jueves, 12 de enero de 2012

Cameron clásico

De las mujeres clitorianas al orden familiar


Cuando, en el final de la primera Alien, Sigourney Weaver se desnuda y vence en combate singular al persistente monstruo, “inaugura”, con ese doble acto, un estadio muy particular del cine contemporáneo. El segundo filme de la serie, Aliens, dirigido por James Cameron, acentúa este aspecto, convirtiendo a la muchacha de cara angelical y espalda huesuda en una suerte de Rambo espacial y ¿femenino?
Ya en Terminator, Cameron había construido un personaje femenino fuerte, Sarah Connor (Linda Hamilton), que vence al robot invencible y es nada menos que garantía de futuras rebeldías: de ella nacerá el líder guerrillero, resistente de una sociedad totalitaria por venir. En Terminator 2, adquiere músculos sin dejar de ser madre obsesiva (pero una madre muy especial, porque ve “más allá” de su hijo, hacia el futuro cuya garantía él es...).
En El abismo, Mary Elisabeth Mastrantonio es la constructora de una gigantesca plataforma submarina. Ed Harris, su exmarido, es el ingeniero en jefe, pero depende de ella, a regañadientes, en la mayor parte del filme. Una de las situaciones esenciales se da cuando él cuelga de un cable que se adentra indefinidamente en el abismo océanico, imagen apenas figurada de un cordón umbilical dirigido por uno de sus extremos. Esto está sobresignificado por el sistema de respiración que utiliza, basado en una especie de líquido amniótico.
En Aliens, la batalla final se da —esto está muy dicho, por cierto— entre dos mujeres-madres (Ripley y la ponedora alien), cada una defendiendo a su progenie con las armas que tienen a mano.
Se ve claramente, en estas películas, que la posición del hombre es secundaria, cuando no ineficaz. (Recordar que en Alien el monstruo invadía la nave Nostromo, “parido” por uno de los tripulantes masculinos, en una clara inversión del mito del bebé de Rosemary.)
Las mujeres, por su parte, actúan asumiendo ciertos atributos funcionales “masculinos”, sin perder los propios; pero éstos son definidos no sustancialmente, sino por contrastes y oposiciones. Por eso, la teniente Ripley se destaca claramente entre el personaje de Verónica Cartwright, histérica clásica de Alien, y la sargento Vásquez, marimacho fascista de Aliens.
Sin embargo, siempre se corre el riesgo de que las figuras masculinas vuelvan por sus fueros. El final de El abismo recorre ese sendero: a medida que Ed Harris se “masculiniza”, adquiriendo protagonismo y heroicidad, la Mastrantonio se “feminiza” (por ejemplo, se suelta el pelo, recurso explotado hasta el hartazgo por Aída Bortnik, en La historia oficial y Gringo viejo). La pareja se reconstituye al final, intervención extraterrestre mediante. Incluso el anillo matrimonial juega un papel importante, al evitar que se cierre una puerta y permitir así que los protagonistas puedan atravesarla a tiempo. O sea que la masculinidad maltrecha parece volver a partir de cierto restablecimiento del orden familiar, puesto en peligro por osadas mujeres (es la era de Reagan, el sida, Atracción fatal). Esto no deja de ser un retroceso para el Cameron autor de las dos Terminator, donde una madre soltera alumbra la única chance de una humanidad en las últimas.


Excursus

Video-juegos

Hay una escena de Terminator 2 que muestra a las claras el estilo de Cameron: antidiscursivo, netamente narrativo y visual. Vemos al adolescente John Connor como experto en video-juegos de combate, con excelente puntería y reflejos, etc. Si se tiene en cuenta su futuro como líder de la resistencia contra el poder de las máquinas, ése es nada menos que su entrenamiento precoz. Y, a la vez, una toma de posición de Cameron frente al remanido tema de la “adicción” a los video-juegos (y quizás a todo lo audiovisual) que se les reprocha a las recientes generaciones. Todo depende de para qué se aplique después.


(Escrito para la revista La Vereda de Enfrente, 1997, inédito.)




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Cine de los ochenta: algunas tendencias




2 comentarios:

  1. Es verda, pero la minita de Alien es incojible. Qué sea heroína, que parezca hombre, pero pierde su labor de musa, de levanta pinochos. A no ser, que sea la única mina del espacio, ahí sí. Igual todas las minas se tranforman en rompe bolas, desde la foja cero. Acordate de la mujer de Socrates Jantipa, lo tenía cagando, y por ellos se la pasaba boludeando en el ágora.

    Y que buena la lectura sobre los video juegos. Pero dudo que en la futura guerra, tengamos chances, por que militarmente estamo pa atriki, por más que habremos ganado todos los "fihines" de guerra. se laví.

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  2. Tas loco, Keki. ¿Hablás de Sigourney Weaver? Yo le doy hasta a Linda Hamilton, que parece Eugenia Tobal con (más) esteroides. Saluti!

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