jueves, 10 de noviembre de 2011

El cuerpo de Demi Moore


Si no recuerdo mal, un excelente artículo de Alan Pauls pasaba revista a las transformaciones que había experimentado en la pantalla el cuerpo de Arnold Schwartzenegger, desde su fisicoculturismo ostentoso y banal del principio ¡hasta aparecer embarazado en Junior!
Algo similar podría hacerse con Demi Moore. Pocos la recuerdan en sus comienzos, como una cuasi teenager regordeta y rubiona. En Ghost, con un look exteriormente parecido al de la exquisita estrella del cine mudo Louise Brooks, marcó cierto estilo de fines de los ochenta, que entre nosotros imitó con mucho éxito Araceli González: delgadita pero sensual, pizpireta, levemente new age. La famosa tapa de revista en la que se la ve desnuda y embarazada marcó un punto de inflexión. En Acoso sexual ya es una mujerona agresiva, contundente. En Strip Tease estrena lolas nuevas y un cuerpo trabajado, fibroso, similar al de Linda Hamilton en Terminator 2. En Hasta el límite está pelada, look al que ya se atrevió Sigourney Weaver, y su cuerpo es sometido a esfuerzos “supremos”.
¿De qué se trata todo esto? De nada nuevo, quizás: el cine es una máquina de dar cuerpo, en todos los sentidos literales y figurados de la expresión. Los actores y actrices no sólo corporizan a sus personajes, sino también a los espectadores. Nuestros cuerpos se modelan de muchas maneras: con gimnasia, con torturas, con películas. Por ejemplo: millones de chicas en todo el mundo se miran al espejo y no se ven a sí mismas. Ven que no son Demi Moore. A esto, un epifenómeno de los medios masivos de comunicación (?), del cine industrial, etc., lo llaman bulimia-anorexia, tal vez una histeria de fin de este siglo. ¿Dónde estará el Freud que la estudie?

(1997)


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